Keith & Anita

Ando en estos días de encierro leyendo « Vida », la autobiografía de Keith Richards.

Contiene tantos momentos antológicos que necesitaría tres blogs para explicarlos.

«Vida» de Keith Richards (editorial Libros Cúpula)

Pero este pasaje del que voy a hablar aquí me gustó especialmente. Se escapa un poco tanto de los hitos más evidentes (la creación de la banda y sus primeros conciertos en Londres, la grabación de Exile on Main St. en la Costa Azul francesa…) como de los momentos más sugerentes (adicciones varias y groupies en aviones privados).

Quizá por eso me gustó, porque representa bastante el tono general del libro.

Richards puede ser sexy cuando habla de sus juergas, pero también tremendamente didáctico cuando habla de música y (esto es a lo que vamos) bastante emotivo.

Supongo que esa mezcla que se ve en el libro es lo que al fin y al cabo ha labrado la imagen de Keith. ¿Cómo un tipo que ha sido el enemigo público número uno de la moral biempensante, arrestado en infinidad de ocasiones, adicto durante años a la heroína y que ha alimentado la imagen de rockero salvaje nos cae bien? El tipo nos cae simpático. Es como tu tío el enrollao, pero con eyeliner, anillo de calavera y politoxicómano. Y, bueno, con guitarra también, claro.

Y al mismo tiempo, ¿por qué Mick Jagger nos cae un poco mal?

Pues un poco de eso se entiende muy bien al leer el libro. Por lo que cuenta Richards y sobre todo por cómo lo cuenta. Salvaje pero entrañable.

A lo que íbamos: Keith decide pasar unas vacaciones en Marruecos y desciende con su Bentley desde París atravesando Francia y España.

Va acompañado de la tormentosa pareja formada por su compañero Brian Jones y Anita Pallenberg, de la que Keith está secretamente enamorado.

Jones ya había comenzado su espiral autodestructiva que le llevaría más tarde a quedarse fuera de los Stones (bueno, y, ejem, fuera de todo en general).

Una neumonía le obliga a abandonar el viaje en Toulouse.

Keith y Anita tienen pista libre para comenzar a escribir su historia. Una historia que en sí misma ya daría para otro libro, pero ese no es el caso ahora.

Keith y Anita atraviesan España (al fin) solos.

El paralelismo entre la primavera pujante y el florecimiento de su amor es un poco básico. Pero funciona.

Nosotros con esto del confinamiento también andamos en primavera. Encerrados pero en primavera. Así que a ver si esto sirve para levantar un poco el ánimo.

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